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En hora buena, llega usted a Caleta del Sur, un esfuerzo conjunto por mostrar y defender, a toda costa, el arte gestado en este terrirtorio insular. Aquí podras encontrar, artículos, comentarios, poesías, cuentos, críticas y ensayos, así como informaciones y noticias sobre las actividades que realiza la filial de la UNEAC y otras instituciones en la Isla de la Juventud.

Miembros y amigos se han reunido en este esfuerzo para lograr que el quehacer pinero vea la luz, a través de un espacio alternativo y ágil. Quizás usted quede sorprendido ante el asombro de ver y conocer que en una pequeña Isla del Archipiélago cubano, haya una fuente tan vasta de sabiduría y entrega hacia el arte y la cultura, que hoy estamos convocados a salvar.

¡Esperamos de todo corazón que el esfuerzo no sea en vano!



viernes, 26 de marzo de 2010

OBITUARIO de MANUEL J. GUILLÉN





27

Todo el tiempo que perdí inútilmente
en amar a mujeres extrañas,
escuchar emisoras de otras tierras
escudriñar el cielo en busca del enemigo,
en reuniones políticas,
económicas
y sindicales,
en las madrugadas, en las mañana, en las tardes,
todo este tiempo,
Señor,
yo te lo ofrezco.

No. 1
(Todos estamos locos)

En memoria de Reinaldo Arenas

Todos estamos locos.
Macorina no me pone ya
su mano aquí.
Un caballo rebuzna en la plaza.
Una paloma vuela con violencia
llevando amores en cartas
con matasellos ilegibles.
El dramaturgo del pueblo será enterrado
debajo de un árbol misterioso
para que no descanse en el largo viaje.
Los rones aniquilan voluntades
de tristes, inocentes y combativos hombres libres.
Poetas, pintores, ceramistas, músicos
no saben ciertamente de su obra:
ellos pasan
un perro ladra detrás de una ambulancia.
Nikitín, cubierto de plumas rosadas
hace como una doncella
que lee la historia de la nación
mientras menea sus nalgas.
¡Cuántos árboles!
¡Cuánta sangre!
Longina no fue una flor primaveral:
no hay flores negras.
No habrá perdón
para los ojos que nos acechan
los oídos que nos oyen.
Aquella mujer, con su poljot en la muñeca,
contaba el tiempo por libras de arroz y coladas
de café.
Las revistas casas, gacetas, uniones
deben ser protegidas en pomos de leche
o
abandonadas en mostradores de bares
y cafeterías.
Los gerentes de shopping, industrias,
cadenas hoteleras
cantarán canciones en festivales
de aficionados:
entonces serán salvos.
La mujer de Antonio...
¿cómo caminará la mujer de Antonio
con esos tacones tan altos
y las aceras tan rotas?
Vendrán otros días,
raras mujeres me violarán en oficinas
frías y oscuras.
Mi esposa da una voz.
Yo, obediente, bajo la perra a mear, a cagar
mientras una lluvia de estrellas
señala Dios sabe qué rumbos.
Todos estamos locos.
Sin reparación posible.
Definitivamente locos.

No. 2

Los años del sesenta
fuera de nuestras manos
con tanta nostalgia
no cabe en este universo
ni en nuestros corazones
débiles por tantas madrugadas, alcohol,
tanta desesperación
o quizás por nada de eso
sino débiles por haber latido
en los años del sesenta.

No. 3

No puedo dejar correr las aguas del río
debo acurrucarlas en aquel remanso y entonar,
con esa mujer a mi lado mirando el cielo,
una canción que no termine nunca.
Las aguas sabrán de la tranquilidad
de irme cuando yo diga:
es necesario partir sin pedir permiso.
Pero las aguas estrujan los dedos;
por encima de mis brazos, saltan.
Debo dejar las aguas del río correr sin miedo
aunque abandonen su cauce y mojen
el pelo de la mujer que a mi lado
mira las nubes en el cielo,
en espera de otros vientos.


Por: ENRIQUE GONZÁLEZ
A mediados de los años ochenta del siglo pasado, yo trabajaba en la Delegación Territorial de la Academia de Ciencias de Cuba en la Isla de la Juventud, en una de sus dependencias: el Departamento de Meteorología y llegó un personaje nuevo a nuestro centro , Manuel Guillén Coello, más conocido por sus socios como Manolito, que en ese entonces ocupó el cargo de director del Centro Multisectorial de Información Científico Técnica (CMICT).
Deseo hablar de mi, aunque parezca inmodestia. En ese momento de mi vida, yo era el resultado de un singular recorrido biográfico: había sido educado en una familia muy recta, que me exigía quizás más de lo que yo podía dar en el plano intelectual y en el plano de la conducta que se podría clasificar como normal, ciertas experiencias en la Campaña Nacional de Alfabetización, en la Beca, que se ofreció a decenas de miles de jóvenes que participaron en dicha Campaña y luego 10 años en el Ejército, añándiendo a esta mezcla curricular diversas lecturas dogmáticas no bien digeridas del DIATMAT soviético estalinista, provocando, que en lo que a pensamiento se refiere, prejuicios, tabúes y niveles de tolerancia... yo podría ser declarado en ese momento como un aprendiz de cuadro, perfectamente cuadrado, que no aceptaba ninguna idea o conducta que discrepase con lo que había definido (consciente o inconscientemente) como “patrón ideal de conducta y de cosmovisión”.
En ese contexto es que yo conozco a Manolito y desde el primer momento advertí que sus ideas y su conducta presentaban mucha mayor entropía que la mía. Tipo dicharachero, alegre, conversador, bebedor de alcohol en todas sus variantes, como yo, que muchas veces compartí con él en movilizaciones para construir la Estación de Cuarentena de la Caña de Azúcar o el edificio de la Academia de Ciencias de Cuba en la Isla de la Juventud, o viviendas de nuestros compañeros, destruidas por los huracanes. Recuerdo que en aquellos dorados ochentas, en que había abundancia de todo, bebíamos alcohol puro, de 90 o más grados, donados por los laboratorios de la Estación de Cuarentena, mezclado con jugo de piña.
Manolito y yo pronto chocamos y tengo que reconocer que no fue culpa de Manolo, porque yo no estaba habituado a la discrepancia y al debate franco y desprejuiciado de ideas , y cuando oía lo que decía Manolito, a partir de miserables prejuicios que anidaban en mi pequeño cerebrito y mi corrompida alma de culterano del DIATMAT, con un esquema bastante cerrado de comprensión de otras cosmovisiones, montaba en cólera y algunas discusiones con quien consideré después mi socio, se tornaban interminables. Pero yo creo ahora que fui cambiando, muchos factores fueron provocando esa transformación y, como este texto no es sobre mi persona, las resumo en pocas palabras: comencé a escribir (¿acaso me convertí en escritor?) en 1989; en estos años de finales de la década de los ochenta del siglo pasado, se producía el derrumbe de lo que denominábamos campo socialista de Europa del Este, comenzaron otras lecturas, el propio Manolito me prestó dos libros antológicos y bienhechores que me abrieron las entendederas: Antropología Estructural, del investigador francés, Levi Strauss, desaparecido hace unas dos semanas, y Un Día en la Vida de Iván Denisovich, de Solzhenitsin. Los debates con Manolito, un punto de vista completamente diferente que el que yo sostenía, me condujeron a leer otros textos, entre los que selecciono como más importantes los siguientes: 1984, de George Orwell; Brave New World, de Huxley y, ya por mi cuenta, en seguimiento de esta saga de distopías y antiutopías, Nosotros, de Evgueny Zamiatin.
Recuerdo a otro Manolito, cuando lo asignaron como editor de mi único libro de Poesía, Canto Para Hombres Libres. En el debate imprescindible entre autor y editor, que se produce cuando nace un libro, lo comprendí mejor: un editor erudito, trabajador y eficiente como pocos.
Fui lector de su poesía y prefiero su libro, de los dos publicados, Etapas, al que hice varias críticas literario estéticas (debo reconocer que todas positivas) en un programa de domingo, que si mal no recuerdo se llama Todo Mezclado. Esta fue otra ventana, la lectura de su poesía, que me permitió acercarme a un Manolito, todavía desconocido para mí. Si me permitieran calificar Etapas, los conocedores y aquellos que se creen conocedores, expresaría los siguientes calificativos y epítetos sobre este texto: minimal, austero, sobrio, preciso, coherente, ríspido, provocador, incitador y de excelencia.
Recuerdo algunas discusiones que nos enriquecieron a ambos sobre la novela El Maestro y Margarita, de Bulgakov y sus innumerables chistes y bromas que nos alimentaban la vida. Alguien dice por ahí que detrás de algunas máscaras de Manolito se encontraba una persona muy sensible a la poesía, a la literatura en general, a la humanidad.
Manolito discutía de lo terreno y lo divino con la convicción de un Mesías. Su visión del mundo tenía en cuenta los principios de la Complejidad y la Teoría del Caos; siendo cristiano era ecobio, ambia, monina, asere, de todos los ciudadanos del planeta Nueva Gerona que profesaban todos los sistemas mágico religiosos, comenzando por la Regla de Ocha, pasando por la Regla Conga, transitando por el Vudú a lo cubano y llegando a el espiritismo cruzado y de cordón; no discriminaba a los rastafari, se entendía con algunos escasos musulmanes y alguien me dijo que algunos estudiantes brasileños, que practicaban el Candomblé, eran amigos de Manolito.
En mi corta vida de intelectual redescubrí una verdad de Perogrullo, sólo aquellas personas que no coinciden con tus puntos de vista, te obligan a superarte como ser humano en todos los planos, por esto te doy gracias Manolito, por la ayuda que me brindaste.
Gracias, Manolito, por Ser Humano. Ahora que no estás con nosotros, materialmente hablando, puedo confesar, en esta intimidad, que a veces me hiciste dudar hasta de mi ateísmo materialista profundo.
¡Gracias, mi socio Manolo!

1 comentario:

  1. Creo que Manolito, asi lo llamaban sus amigos, si pudiera, agarraria su caneca y los invitaria a todos los que propiciaron esta revista informatica a un ronazo sentados en la esquina de 26 y 39, su bar favorito, junto a sus amigos, Taboada, Ruben, Fariñas, Victor Ramallo,Monchy Font, su mas grande amiga y esposa Teresita y tantos otros que sus nombres no recuerdo, porque eran tantos y "todos estan locos"

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