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En hora buena, llega usted a Caleta del Sur, un esfuerzo conjunto por mostrar y defender, a toda costa, el arte gestado en este terrirtorio insular. Aquí podras encontrar, artículos, comentarios, poesías, cuentos, críticas y ensayos, así como informaciones y noticias sobre las actividades que realiza la filial de la UNEAC y otras instituciones en la Isla de la Juventud.

Miembros y amigos se han reunido en este esfuerzo para lograr que el quehacer pinero vea la luz, a través de un espacio alternativo y ágil. Quizás usted quede sorprendido ante el asombro de ver y conocer que en una pequeña Isla del Archipiélago cubano, haya una fuente tan vasta de sabiduría y entrega hacia el arte y la cultura, que hoy estamos convocados a salvar.

¡Esperamos de todo corazón que el esfuerzo no sea en vano!



lunes, 25 de julio de 2011

LA BRIGADA 50 ANIVERSARIO DE LA UNEAC EN COCODRILO.


Hasta Cocodrilo llegó La Brigada 50 Aniversario de la UNEAC, integrada por La Carreta de los Pantoja y los escritores José Antonio Taboada del Toro y Pedro Fariñas Grondona. Después de una partida bien demorada (más de dos horas) por problemas con el transporte, asunto cotidiano en la Isla, partió la comitiva hacia el sureño poblado.
Llegar a Cocodrilo, el Jacksonville de caimaneros y cubanos, fue una verdadera fiesta, verdadera comunión de pueblo y artistas. “Rompió” la jornada con un pasacalles en el cual los escritores se vistieron de músicos y “congueros” que culminó con un inesperado aguacero que, sépanlo, no pudo aguar la fiesta.
A la una de la tarde, después de almorzar en el pequeño restaurante de la localidad, “comenzó la actividad” con los actores de La Carreta de los Pantoja en un magistral duetto actoral de Dagmaris y, en un exquisito llamado a la convivencia con el mundo natural. Luego llegó la famosa vaca de La Carreta con sus golosinas, bailes, bromas, llevada de la mano de Dagmaris y Ramoncito, un dúo que sabe vestir con carisma la ropa de payasos. Después, cuando terminamos, una escapadita a la Playita de Pucho para refrescar.
Al regreso, algo cansados, pero dispuestos, hicimos una parada en Mella Pino Alto para volver a “armar” el escenario, pero, y lo lamentamos, las condiciones no estaban creadas para ello. No obstante, cuando hicimos la valoración final, todos nos sentimos contentos, sabedores que la buena gente de Cocodrilo tuvo un sábado feliz, felicidad que conocimos de cerca y tocamos de la mano en conversaciones de tú a tú con quienes allí viven y trabajan.