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En hora buena, llega usted a Caleta del Sur, un esfuerzo conjunto por mostrar y defender, a toda costa, el arte gestado en este terrirtorio insular. Aquí podras encontrar, artículos, comentarios, poesías, cuentos, críticas y ensayos, así como informaciones y noticias sobre las actividades que realiza la filial de la UNEAC y otras instituciones en la Isla de la Juventud.

Miembros y amigos se han reunido en este esfuerzo para lograr que el quehacer pinero vea la luz, a través de un espacio alternativo y ágil. Quizás usted quede sorprendido ante el asombro de ver y conocer que en una pequeña Isla del Archipiélago cubano, haya una fuente tan vasta de sabiduría y entrega hacia el arte y la cultura, que hoy estamos convocados a salvar.

¡Esperamos de todo corazón que el esfuerzo no sea en vano!



domingo, 30 de enero de 2011

PABLO MILANÉS VUELVE A LA ISLA



Pablo Milanés, el eterno Pablito con el cual hemos cantado diferentes generaciones de cubanos en todas las latitudes, regresó a la Isla después de más de 20 años sin pisar estas tierras, tierras a las cuales nunca se llega por naufragio.
Miles de pineros lo acogimos esta vez en la Plaza El Pinero, y miles de pineros cantamos sus canciones, esas que ya no son suyas y han pasado a ser patrimonio de cada uno de nosotros. ¿Quién no le ha cantado a su “Yolanda”? ¿Quién no la ha preferido compartida? ¿Quién no ha pensado más de una vez que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien?
Pablo Milanés nos regaló su voz, limpia, hermosa, clara, susurrante cuando hace falta, desgarradora cuando llega el dolor del verso, anunciadora y profunda. Voz, la suya, la de Pablo, de cantor verdadero, heredera de grandes que le antecedieron y que con él comparten estos tiempos, tiempos donde amar esta Isla –y hace referencia a Cuba– país que se extiende por todo el archipiélago, es cuestión de honor y de principios, de razón vivencial y ética.
¡Qué músicos los de Pablo, El Peje, Germán, Dagoberto…!, capaces todos de hacer lo suyo con una contención tremenda, seguidores de un líder musical que responde al nombre de Miguelito Núñez, pianista que ha sabido beber y aprehender el sentir de Pablo con una vitalidad tremenda, quizás en un “entendimiento” poco común en la historia de la música cubana actual.
Repertorio de siempre, canciones de siempre, emociones de siempre, amor de siempre; quizás así se pueda iniciar la crónica de cualquier día ante cualquier presentación de Pablo, como esta que ocurrió en la Isla de la Juventud en una noche donde hasta los astros se pusieron de acuerdo para brindarnos un espacio de agradable temperatura y de estrellas, firmamento de luces que en lo alto me parecieron brillar más, como cómplices de una actuación que desde ya queda entre los grandes hechos culturales ocurridos en la Isla en los últimos tiempos.
A ti, Pablo Milanés, gracias por esta aventura interna de conmovernos el alma con tus versos y musicalidad de siempre, esa que en Bayamo te llegó en voz de tu madre y en las voces de eternos trovadores. Gracias, Pablo, por el gesto de llegar a la Isla, mar por medio y con él males inciertos que muchos le han infundado a este terruño y que aleja a otros, no a los verdaderos como tú que saben apreciar lo hermoso. Gracias, Pablo, amigo, hermano, compañero. Gracias, Pablo, cantor, Gracias, Pablo, maestro, quizás la más exacta calificación que encuentre, maestro, para definir tu hondura y quehacer de tantos años, años en los cuales, aún distantes, hemos cantado contigo y sufrido contigo cada amor y cada desventura.
Que siga tu luz, Pablo, inundando cada rincón de nuestra tierra… porque, como tú, yo me quedo con todas estas cosas, sencillas, silenciosas, con esas yo me quedo… siempre y cuando contemos con gentes como tú.
Pablo, cuando vuelvas, te estaremos esperando… aunque cuando el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, y en cada conversación, cada gesto, cada abrazo, se impone siempre un pedazo de temor, entonces pisaremos las calles nuevamente, no de una Santiago ensangrentada, sino con mi Yolanda y a tu compás susurraré te amo, eternamente te amo, porque cuando te encontré, Pablo, en una plaza, en una calle, en un disco, en un casette, en la radio o en la televisión, definitivamente supe, lo repito, que amo esta isla y en ella yo me quedo. Conmigo, aquellos que me quieren hoy y me quisieron ayer en el parque del barrio o en la lejanía sin olvido.
Gracias, otra vez, Pablito….

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