Vuelve marzo con su carga de emotividad a refrendar la pineridad, asunto tan traído y tan llevado por quienes aun no asumen este pequeño terruño como un espacio muy peculiar del “gran ajiaco de la cubanidad”. Estas fotos que mostramos hoy, testimonian hechos de “otros tiempos”, como si el tiempo no fuera una sucesión de días y de hechos.
Ahí esta la bandera cubana como centro de desfiles, conmemoraciones y fiestas. ¿Cuál sino ella pudo servir, sirve, y servirá para esta ínsula del archipiélago cubano, llena de mujeres y hombres que la defendieron, la defienden, y la defenderán siempre como cubana, como mía, tuya y de él. Basta un aire violento para unirnos, basta una lluvia intensa para preocuparnos, basta una palabra de orden para decir presentes. Así somos los pineros, naturales o adoptados, dueños del don de vivir en la isla, una isla que es parte de otra mayor y de otros lugares de la geografía insular donde habite un ser que respire hondo, que sienta profundo y empañe sus ojos cuando el término pinero se haga presente.
Más pineros, más cubanos, no es una consigna, sino una necesidad de vivir. Entonces, en honor a Kelvis, coge una chachito pa¨vivir.
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