Julio, séptimo mes del año, no es un mes cualquiera, sino el julio glorioso que marcó el inicio de un derrotero decisivo en la historia de la Patria, aún cuando hoy muchos coincidamos en cambios necesarios para que siga la marcha triunfal hacia un mañana mejor, porque aún –y así ha sido en las peores circunstancias– siempre ha sido una constante de los mejores sueños de los cubanos.
Julio nos toca de cerca desde 1895, cuando jóvenes pineros protagonizaron el alzamiento que tuvo en la sangre y en la vida de Bruno Hernández a nuestro primer mártir y a la hermosa Evangelina Cossío, capaz de engañar a Berry, como figuras recordadas siempre.
Julio tuvo como consecuencia para muchos jóvenes el Presidio (llegaron en octubre) y julio tuvo para los pineros su célula, sus Mariano, sus Cecilio, sus Chucho y la historia que hoy hacemos los que aquí nacimos o venimos por azar o embullados por las maravillas y secretos de la Isla.
Julio ha tenido sus ciclones, y es el más recordado el del 26, aún cuando protagonistas de las ráfagas y las inundaciones que llegaron hasta el mismo centro del pueblo, queden pocos; pero queda la memoria como germén, fruto de una región peculiar del país que encierra tesoros jamás descubiertos, personajes como Barón Herrera, Cecilín Pantoja, Barbino González, Moodrick Jackson, Peggy Rice, Crescencio “Cheche” Soto, hacedores de cuentos, leyendas, fundaciones poblacionales, músicos, poetas y medio locos, porque “locos” también hemos tenido y tenemos.
Julio es el séptimo mes y es este nuestro décimo número, mes y año suman diecisiete, diecisiete es el día de San Lázaro. Venga entonces Babalú Ayé a limpiar en esta suma de mes y año los males que sobreviven, las desidias que entorpecen, las mentiras y los engaños.
Julio, mes de Patria y de gloria, no merece otra cosa.
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