La muerte siempre nos acompaña, dolorosa manera de transitar hacia otros tiempos. ¿quién sabe si a otros espacios físicos, idílicos y paradisíacos, prometidos una y otra vez por las santas escrituras de disímiles creencias religiosas? Lo cierto es que no nos acostumbramos a ella, presente desde el mismo surgimiento de la especie humana.
El homenaje que rendimos en esta edición especial tiene que ver con la muerte, o, mejor, con queridos amigos que hoy viven, disfrutan, o sufren, esa “tenebrosa” experiencia de haberse ido cuando más falta nos hace. Resulta que los tres hicieron de la poesía una forma de existencia, una especial manera de romper esas fronteras humanas llenas de cargas indeseables en muchas ocasiones y en otras muchas, sépanlo, de felices maneras de servir a los mortales. Quizás en esa servidumbre creadora, benefactora, ecuménica y llena de enseñanza, está la inmortalidad de estos tres seres que siguen transitando por las calles de Nueva Gerona y de otras capitales, tomados de la mano y del corazón de quienes los conocimos en vida, asombrados hoy nosotros de cuánto legado individual y colectivo puede encontrarse en Paco Mir, Monchy Font y Manolito Guillén, tres ases del verso pinero, verdaderos hacedores del movimiento poético de esta ínsula que los tres encontraron en diversos momentos de sus vidas, sin saber cuando llegaron, nos ha pasado a tantos, que aquí las raíces son más sólidas a pesar del sonido constante del mar y sus olas, prácticamente audible en cualquier rincón de este espacio.
Paco crece como árbol, Monchy disfruta la existencia, Manolito no quiere volver a empezar: pero los tres están, siempre están y estarán en cada verso, poema, libro, descarga, lectura. En cada poeta que nace están. En cada ocasión de recordarlos.
Caleta del Sur desde el surgimiento, octubre de 2009, ha contado con ellos en cada número. Este no es más, entonces, que un recuento “alegre” en un día alegre, en una fecha tremenda para la Patria y la historia, para la nacionalidad y la identidad de cada ser cubano, esté donde esté, respire o no el aire que nos envuelve. Esos seres crecen entonces, Paco, Monchy, Manolito, en cada uno de nosotros.
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