UN VIEJO PERRO DE CIRCO CUENTA SUS PENAS Y ALEGRÍAS
A esta edad los juegos son más difíciles
ya no se trata de saltar por un aro de fuego
a la orden del látigo que fustiga sobre la arena.
A esta edad te piden saltar desde el trapecio
al barril de agua donde nadan dos enormes
goldfishs disgustados
porque les va a quitar la posibilidad de balancearse
de un extremo a otro.
A esta edad debes tratar de ser cortés
con todos aquellos que no les alcance nariz
para oler al mundo
y hacer reír a los chicuelos que al fin te lleguen
con un pescado podrido
bajo la sombra de una lámpara.
Uno ha dejado ser el que ladra a los carruajes tirados
por un solo caballo
o el que lleva un lazo brillante con las orejas espulgadas.
Uno es simplemente un cuerpo que puede flotar
en cualquier canal
el problema es que pese a todo esto
persisto en saltar por el aro incandescente
y hacer un número de angustia profunda
porque estoy tan solo como cualquiera de ustedes pudiera adivinar
y esto no entristece a nadie más que a mí
o a la perra que ahora me huele distraídamente.
En este instante me llama alguien
y es un niño quien me acaricia
y es un sueño quien me desborda
y es el azul quien me hace saltar
y qué raro, sigo siendo el mismo que aplaudirán
cuando cruce decidido por el aro en llamas.
Al termino de la lectura, creánlo o no, comenzó la proyección por última vez en el Evento del documental UN PÁJARO VERDE Y SOLO, y fue entonces que un hálito de misterio nos envolvió a todos cuando el perro que ven en la foto decidió "sentarse" debajo del televisor que proyectaba la imagen y los versos del poeta. Unos pensaron que Paquito regresaba y otros, como yo cuando vi las fotos, que sus "viejos" perros dejaron descendencia en Nueva Gerona y que trasmitieron en sus genes toda la información necesaria que para que sus descendientes cuando vieran alguna vez a Paco Mir, a nuestro Paco, estuvieran listos a prestarles atención y, como lazarrillos, acompañarlos al lugar de reposo. Hurgando poco después en la memoria colectiva, certificamos que Paco tuvo y cuidó en La Victoria, además de una cotorra, a cuatro perros "satos", como el que posó varias veces para el lente del fotógrafo.
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