Fotografía: Giskly Leyva y José A. Taboada
Comenzó el Paco Mir ayer, lunes 3 de mayo de 2010, gracias al empeño de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC, en la Isla de la Juventud, en estrecha colaboración con la Dirección de Cultura.
Varias actividades se realizaron en la jornada inaugural, desde encuentros con Trabajadores Sociales, esos “médicos del alma”, como los llamó Fidel, hasta lecturas de textos por escritores de varias generaciones que se concentraron en la Galería “Punta del Este”, de la UNEAC, lugar en el cual el público reunido pudo escuchar la voz de un hermano querido que anda en estos tiempos de visita, Ian Rodríguez, Director del Centro de Promoción Literaria de Cienfuegos, quien reconoció públicamente cuánto le debe a Paco Mir en su formación poética y humana.
Jorge Luís Garcés tuvo con su proyecto “Poesía Ilustrada”, el momento inicial de la inauguración; sus textos apareciueron en hermosos dibujos y pinturas realizadas por Chimendry, Dayamira, Yahudy, Idilio, Frank, Luisito, entre otros.
Paco Mir, genio creador y angelillo de la guarda de muchos escritores pineros, también estuvo en la inauguración del Evento Literario más importante de nuestras querida Isla, en la voz de muchos de sus amigos que entonaron sus versos, en el excelente documental “Un pájaro verde y solo” del realizador televisivo Miguel Leoncio Olaechea, y, lo más importante, porque quiso “estar” vivo y ardiente, como los verdaderos creadores que riegan cada día el jardín de la cosecha, esos que como otros evocados en anécdotas y recuerdos –Milagros González, Monchy Font, Alberto Serret, Miguel Escalona- son presencia perenne en el quehacer artístico y literario de la Isla de la Juventud, o de los Pinos, como alguna vez ellos mismos la llamaron.
Recuerdo un pequeño texto que quiero compartir con ustedes, quizás mi más sincero homenaje a los que fundaron, o dejaron, para ser menos incisivo, una huella en nuestra ínsula:
Milagros partió
con su mancha roja en el bolsillo.
Paco mañana será arbol
para que un pájaro verde y solo
despierte la mañana.
Monchy vivió
ahora sufre las consecuencias.
No aspiro a tanto
solo quiero ser un nombre
pronunciable
y en la memoria.
Comenzó el Paco, aquí les van unas fotos y, de seguro, la visión del amigo, y poeta, José Antonio Taboada del Toro.
La poesía en su gesto más presuroso se deja atrapar por el pincel o el carboncillo, o simplemente por el lápiz que la escribe, así el pintor deja ver no su voluntad superficial, sino la voluntad más profunda a través del texto escrito porque la voluntad simplificada es voluntariamente poética.
Decía William Blake que “la poesía y la pintura, como la música son los tres lenguajes del paraíso” y termina diciendo que: “los tres quieren o pretenden en definitiva, babélicamente, coger el cielo por las manos”.
El pintor no se deja impresionar, si cercar por un lenguaje sublime o ardiente, sólo abre sus ojos ante las palabras que conforman el verso, se asombra ante lo verdaderamente asombroso que hay en toda obra de creación poética y comienza entonces un lenguaje imaginativo plástico, una dicción por mediación del texto, un decir algo desde otro perspectiva. Y es aquí donde la pintura y la poesía abren la puerta del laberinto, la única puerta por donde se sale o se entra, la puerta que determina el espacio–tiempo, la dimensión otra de la metáfora y la imagen.
Hoy se emparentan, se aman para que nuestros ojos entren por la puerta de ese laberinto sin preguntar un por qué, sino afirmar simplemente, la posibilidad de que la línea, el color y el verso se extiendan, para como gato dejarse definir.
Por José A. Taboada
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